Alimentación Infantil
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Una buena alimentación infantiles esencial para el desarrollo del bebé.
El hecho de que tu hijo esté o no bien alimentado a lo largo de los primeros años de vida, puede tener un efecto determinante en su salud, en su habilidad para aprender, para comunicarse, meditar analíticamente, socializarse correctamente y hacerse a nuevos entornos y personas.
La nutrición es la base precisa para un buen desarrollo físico, psíquico y social de los pequeños.
La nutrición infantil es clave de cara al desarrollo del pequeño y además de esto tiene múltiples fases de evolución. Desde los primeros comestibles como la leche materna, hasta el instante en que vamos introduciendo nutrición complementaria en la dieta de nuestros hijos. La fruta, la carne, las verduras, los cereales… todos y cada uno de los componentes de una dieta sana y equilibrada forman parte de la nutrición de nuestros hijos.
Edad de introducción de los diferentes comestibles en la dieta del lactante
Lactancia materna
La leche materna es el mejor alimento que una madre puede ofrecer a su hijo recién nacido, no solo por su composición, también por el vínculo que se establece entre la madre y su bebé durante el momento de amamantar. En virtud de que contiene todo cuanto el pequeño precisa a lo largo de sus primeros meses de vida, la leche materna protege al bebé frente a muchas enfermedades como catarros, neumonías, diarreas, otitis, infecciones de orina, e inclusive otras futuras, como asma, alergias, obesidad, etcétera Por si esto fuese poco, las mujeres que amamantan pierden el peso ganado a lo largo del embarazo más velozmente, y difícilmente sufrirán de anemia, depresión postparto o bien de hipertensión.
¿Quieres más ventajas de la lactancia materna?, pues se puede considerar a la leche materna como el primer alimento ecológico, ya que no se fabrica industrialmente, no se envasa, ni se transporta.
Por estas razones, el Comité de Lactancia de la Asociación De España de Pediatría aconseja la nutrición exclusiva al pecho a lo largo de los primeros seis meses de la vida del pequeño, y proseguir el amamantamiento, así como las comidas complementarias convenientes hasta los dos años de edad o más.
Dar el pecho
Es esencial que al pequeño se le ofrezca el pecho en la primera media hora tras el parto, tras cual el recién nacido acostumbra a quedar aletargado unas horas. A lo largo de este tiempo, es conveniente que el bebé se quede al lado de su mamá a fin de que se estimule el contacto piel con piel entre los dos. De este modo, puede ofrecerse el pecho tan pronto como se observe que el pequeño está presto a mamar, y no únicamente cuando llore. El lloro es un signo tardío de apetito.
No se debe olvidar de que el recién nacido sano no precisa más líquidos que los que consigue de la leche de su madre, no es preciso ni aconsejable ofrecer agua ni soluciones de suero glucosado. Antes de darle «suplementos» o bien cualquier comestible diferente de la leche materna es recomendable preguntar con el pediatra.
Alimentación infantil: de la lactancia a la papilla
Hasta los seis meses del primer año de vida es rigurosamente preciso amamantar a los bebés, debido a que se completa la capacitación de sus funciones intestinales por esta vía (genera las enzimas que se hallan en el estómago e intestino). Desde los seis meses es preciso el cambio de nutrición, pues el bebé va dejando de serlo y sus necesidades nutricionales cambian. El bebé ya no puede mantener una nutrición única de leche materna ya que eso conllevaría a una carencia nutricional.
El cambio en la alimentación infantil requiere de ayuda y paciencia. Lo primero es tener control sobre las posibles intolerancias alimentarias, observando si algún nuevo alimento incorporado genera diarrea, incremento de temperatura, estreñimiento, u otro síntoma al bebé. El organismo del bebé debe irse habituando progresivamente.
Edad de introducción de los diferentes comestibles en la dieta del lactante
Hay que recordar que en torno a los siete meses el bebé reconoce emociones primarias en las figuras próximas que le cuidan, en consecuencia si la madre o bien el padre se ponen tensos en el momento de alimentarlo, el bebé va a poder sentirlo y, con toda probabilidad, reflejará esa tensión.
El ritmo de nutrición de un pequeño de 1 año debe obedecer a su necesidad nutricional y a su actividad física. Por consiguiente, hay que darle de comer hasta el momento en que tenga apetito, pues incluso cuando sea algo que por norma general rechaza, con apetito lo admitirá.
Como media, en introducir un alimento nuevo a su dieta se tarda unos dos o tres días, y se aconseja reproducir un patrón de horarios en los hábitos alimenticios. Ejemplo: biberón de mañana, fruta o yogur a media mañana, comida o almuerzo, merienda, biberón o cena de noche, conforme sea preciso.
Introducción de la nutrición complementaria tras el destete
La leche, desde los 6 meses, no da la energía y nutrientes que requiere el niño o niña a esta edad, y además como sus funciones digestivas han madurado, se precisa incorporar nuevos alimentos en su dieta, siguiendo unas pautas regladas. El lactante es, en especial, sensible y frágil ante cambios dietéticos.
No está justificado introducir nuevos alimentos antes de los 3 meses, pero tampoco es recomendable hacerlo más allá de los 6 meses, pues la carencia de diversificación es motivo usual de anorexia (pérdida de hambre), y se desperdicia un momento muy útil para la educación del gusto y el conocimiento de los productos básicos, que enseñarán al bebé a seguir una nutrición equilibrada, variada y suficiente.
La manera frecuente de introducir la nutrición complementaria es ir reemplazando, de una en una, las tomas de leche que recibe el lactante por los diferentes componentes de la nutrición complementaria (papilla de cereales, fruta, puré de verdura…), de forma paulatina, con intervalo suficiente a fin de que el pequeño vaya admitiendo los nuevos comestibles, probando la tolerancia del pequeño a los mismos antes de introducir uno nuevo, y dando tiempo a la adaptación de su organismo. Es fundamental en este periodo, dejar que la cantidad de comida pueda cambiar de un día a otro y de una semana a otra, según el hambre del pequeño.
El bebé comienza a ser capaz de sostenerse sentado con algún apoyo, a comunicarse con quien le ofrece el alimento, a mostrar deseo de comer abriendo la boca o bien señalando la cuchara; también de no comer, cerrando la boca o separando la cara.
A los seis meses desaparece el reflejo de extrusión (rechazo de todo cuanto no sea pezón o tetina), y aparece la sensación de saciedad, que debe comenzar a respetarse; comienza a poder tragar alimentos semisólidos. y se le van a ir reduciendo el número de tomas, para pasar progresivamente a cuatro-cinco tomas en la segunda mitad del primer año. Ello no debe comprometer el aporte total de leche que, debe sostenerse sobre el medio litro al día.